viernes, 4 de septiembre de 2015

Niño sirio: Un niño es el mundo | Internacional | EL PAÍS España

REFUGIADOS "
Un niño es el mundo entero
La muerte de un niño huyendo de la guerra es una afrenta, un grito de la vida contra la muerte
Un policía recoge el cadaver de un niño en una playa de Turquía. / FOTO: AP/VÍDEO: ATLAS
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La muerte de un niño es una afrenta, un grito de la vida contra la muerte. Una niña muerta en la playa, en el lugar en que ocurre este idilio del mar con la tierra y que no propaga la felicidad, pero el terrible sonido de una noticia que llueve como el llanto en el corazón. Una niña muerta en la playa, en busca de refugio en el mundo, huyendo de la guerra, huyendo del sonido cruel de las armas y también de hambre.
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Esa imagen del niño siria muerta en una playa de turquía , la desolación que presenta el gesto del guardia que fue guardarlo, la luz, la playa, esta costa que parece un símbolo de la propia pasaje descalza del niño por un mundo que ya no va a recibirlo nunca, ni a él ni a muchos. Es un poema conmovedor, un réquiem como aquel que entonaba José Hierro: es un niño como millones de niños, un ser humano que ya ri, pregunta y persigue sombras como si fueran juguetes.
La mazazo cruel de nuestros tiempos hace de ella el retrato con el que la conciencia del mundo hace de convivir como expresión de esa afrenta. El guardia hizo un gesto desesperado; pero antes de guardia en el mundo que no ha sido capaz de salvarla; el guardia fue el héroe de los ojos tristes, hizo todo lo que pudo. El mundo no ha sido capaz de salvarla. Su único destino, el de sus padres, de sus pasos, era sobrevivir; su horizonte no era siquiera vivir, tener una profesión, amores y despedidas: su destino, ese que ahora yace sin vida en el mundo, era el de dibujar en la arena de la casa, el barco, y ya no hay ni casa, ni barco ni nada. No hay nada. El mundo le llevó todo: ni este ni aquel, ni este país ni este otro: el responsable de esta terrible expresión de nuestros tiempos es el mundo entero, porque el niño es también el mundo entero. Sus manos son los dibujos que deja, su cuerpo de tres o cuatro años es lo que queda del árbol que ella habría imaginado que era la vida, y antes de la hora se enteró de que el mundo no sabe salvar a los niños, porque también se desconoce cómo salvar. Ahí está, en esa playa, el mundo entero.
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